Duérmete niño duérmete ya, que viene el coco y te comerá…
¡¡Como venga el hombre del saco!!
Hemos pasado de una generación donde a los niños pequeños
nos metían el miedo en el cuerpo, al
extremo contrario.
Ahora lo que se lleva
o lo que propone el cuento que acabo de leer y que inspira este post, es tratar
de racionalizar y edulcorar los miedos infantiles, que no es más que otra forma
sutil de tratar de negar la emoción del miedo.
El miedo es instintivo y la mayor parte de las veces irracional.
¿Soy la única que cuando era pequeña ha corrido por un pasillo largo y oscuro?
¿Recordáis la sensación de miedo a la oscuridad? ¿Quién o qué había debajo de
la cama? ¿De donde surgía ese miedo?
Quizás de algún lugar del inconsciente..., lo que recuerdo
claramente es que era irracional y que por mucho que alguien viniese a contarme
que el miedo era bueno, que me ayudaría en el futuro a ser precavido y que era
mi amigo, la angustia seguía allí.
Aunque me dibujara un simpático monstruo (el del dibujo no
representaba mi miedo, quizás el de la persona que lo dibujo sí, pero no el mío).
Aunque alguien me dijera que los gigantes existen y que juegan al baloncesto.
Ninguna de esas cosas calma el miedo, puesto que el miedo es irracional y
razonar con él no sirve, quizás los distraiga en ese momento pero la sensación está.
Lo que necesita un niño en ese angustioso momento es empatía
y nuestra labor como adultos es acompañarles en ese miedo sin negarlo, ni
juzgarlo.
Muchas veces ayuda más
un simple abrazo y prometerles que nos quedaremos junto ellos para ayudarle a
calmarse.
Si reconocemos sus miedos
al igual que reconocemos su fantasía y le acompañamos desde su
imaginario, el niño se sentirá entendido y reconocido.
Si al pequeño le apetece hablar sobre su miedo, quizás nos permita acompañarle a su
imaginario, el cual a veces es maravilloso y a veces terrorífico.
Desde su imaginario y
con sentido del humor podemos hacerle preguntas y dejar que por el mismo llegue
a la conclusión de que puede vencerle.
-¿Y es muy grande ese miedo?
Siiii, muy grande
¿Y cómo de grande?
- ¡¡Gigante!!
Y si es tan gigante ¿cómo puede caber en ese armario?
Quizás por que junto a los brazos de papá y mamá, todo da un
poquito de menos miedo.
Fantástica reflexión!
ResponderEliminarMe ha encantado!
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