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martes, 9 de julio de 2013

LOS MONSTRUOS EXISTEN



Duérmete niño duérmete ya, que viene el coco  y te comerá…

¡¡Como venga el hombre del saco!!

Hemos pasado de una generación donde a los niños pequeños nos metían el miedo en el cuerpo,  al extremo contrario.

Ahora lo que se lleva o lo que propone el cuento que acabo de leer y que inspira este post, es tratar de racionalizar y edulcorar los miedos infantiles, que no es más que otra forma sutil de tratar de negar la emoción del miedo.

El miedo es instintivo y la mayor parte de las veces irracional. ¿Soy la única que cuando era pequeña ha corrido por un pasillo largo y oscuro? ¿Recordáis la sensación de miedo a la oscuridad? ¿Quién o qué había debajo de la cama? ¿De donde surgía ese miedo?

Quizás de algún lugar del inconsciente..., lo que recuerdo claramente es que era irracional y que por mucho que alguien viniese a contarme que el miedo era bueno, que me ayudaría en el futuro a ser precavido y que era mi amigo, la angustia seguía allí.

Aunque me dibujara un simpático monstruo (el del dibujo no representaba mi miedo, quizás el de la persona que lo dibujo sí, pero no el mío). Aunque alguien me dijera que los gigantes existen y que juegan al baloncesto. Ninguna de esas cosas calma el miedo, puesto que el miedo es irracional y razonar con él no sirve, quizás los distraiga en ese momento pero la sensación  está. 

Lo que necesita un niño en ese angustioso momento es empatía y nuestra labor como adultos es acompañarles en ese miedo sin negarlo, ni juzgarlo.

Muchas veces ayuda más un simple abrazo y prometerles que nos quedaremos junto ellos para ayudarle a calmarse.

Si reconocemos sus miedos  al igual que reconocemos su fantasía y le acompañamos desde su imaginario, el niño se sentirá entendido y reconocido.

Si al pequeño le apetece hablar sobre  su miedo, quizás nos permita acompañarle a su imaginario, el cual a veces es maravilloso y a veces terrorífico.

Desde su imaginario y con sentido del humor podemos hacerle preguntas y dejar que por el mismo llegue a la conclusión de que puede vencerle.

-¿Y es muy grande ese miedo?

Siiii, muy grande

¿Y cómo de grande?

- ¡¡Gigante!!

Y si es tan gigante ¿cómo puede caber en ese armario?

Quizás por que junto a los brazos de papá y mamá, todo da un poquito de menos miedo.

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