El aprendizaje desde la experiencia, es una de
las mas antiguas y mejores formas de aprendizaje vivencial, si a esto le
añadimos el contexto “peligro” desde los ojos del adulto lo rechazamos
automáticamente por nuestro instinto de protección. ¿Cómo voy a permitir que mi
hijo se acerque al peligro, porque le voy a exponer de una manera gratuita a
que se haga daño?
No vamos a lanzar a
nuestros niños al vacío, ni les vamos a incitar que se quemen a lo bonzo, pero
si les podemos facilitar experiencias que recordaran para siempre, que les
aportaran seguridad y confianza en si mismos.
Aquí os proponemos unas
cuantas.
- Conducir:
Si lo sentamos en
nuestras rodillas mientras aparcamos, o vamos por un camino sin circulación, el
niño podrá dirigir ese vehículo gigante en el que siempre monta otorgándole un
gran control sobre el espacio.
- Encender/manipular un
fuego:
A mi de pequeño siempre
me decían aquello de “el que juega con fuego se mea en la cama”. Hay una etapa
en la vida del niño en el que siente una gran curiosidad por el fuego, y prueba
jugando con cerillas o mecheros. Facilitarle tener el control sobre uno de los
elementos de la naturaleza otorga al niño una gran seguridad y satisfacción
- Cortarse el pelo:
A muchos nos chirría la idea, pero si pensamos que es su pelo, su cuerpo y que están jugando y experimentando sin estar sometido a estéticas adultas, la cosa cambia, ¿no?.
- Utilizar herramientas:
Si les ayudamos a usar un
taladro, a hacer un corte con la caladora, en vez de alejarlos, les estaremos
dando una gran información que después ellos aplicarán mentalmente en la
construcción de juegos y elementos arquitectónicos.
También mostrarán
curiosidad por todos los elementos electrónicos a su alrededor. Les podemos
facilitar algún electrodoméstico viejo y ayudarles a desmontarlo para descubrir
cómo es por dentro y sus componentes.
¿Qué añadirías a la
lista?
It is me on the picture driving the car
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