En estos días de vuelta al cole se
suceden las imágenes de niños pequeños llorando desconsolados, algunos de estos niños están realmente
aterrorizados, muchos aferrados a sus madres, son imágenes de niños sufriendo.
Si nos fijamos en los adultos, nos
damos cuenta de que ellos también sufren con esta situación, ¿A quién no se le
han saltado las lágrimas el primer día de cole de su pequeño? Y encima muchas
nos sentimos tontas o sobreprotectoras
si expresamos esa emoción.
L@S profes (si no están demasiados
desconectados) se sienten desbordadas por que nada pueden hacer contra lo que
dicta la norma y la norma la pone el sistema…y el sistema… ¿Quién es el
sistema?!! (divago...)
Pero los adultos tenemos recursos con los que mitigar la angustia de la
separación. Nos auto convencemos de que
es un proceso “normal “.
“En cuanto te vas deja de llorar”. “Son
sólo los primeros días”… racionalizándolo y justificando el hecho, es como
conseguimos asistir casi impasibles a estas escenas de expresión de miedo, rabia y angustia ante
la separación.
La criatura se lleva estos momentos de
angustia vividos al inicio de su escolarización también fuera de la escuela,
mediante miedos nocturnos o pesadillas, cansancio, retroceso en el control de
esfínteres, explosiones de llanto...
Así la primera experiencia del niño
con la escuela, se convierte en una experiencia desagradable, que le causa
temor y angustia, esto puede crear un mal concepto de la escuela en el niño,
algo que costará mucho cambiar.
¿Cómo lo vive el niño?
Se queda en un lugar desconocido, sin
su figura de apego, con una persona desconocida, con niños desconocidos que se
presentan como rivales en la atención del adulto.
Como mínimo se siente desconcertado, asustado…
¿Y si convertimos esa primera experiencia de
socialización del niño en algo
motivador, placentero y alegre?
La entrada en la escuela, debería ser
para el niño
un paso más hacia la madurez, visto por él como algo placentero.
Podríamos conseguir esto sólo
modificando la forma de iniciar la entrada al cole, sólo necesitamos querer
hacerlo y poder romper con el mito de que el llanto y la angustia del niño es
normal y que se le va a pasar en cuanto la madre se vaya. ¡No tiene por qué ser
así!
Antes de decidirnos a escolarizar al
pequeño se debe tener en cuenta el nivel madurativo del niño más que su edad.
El proceso debería iniciarse en Julio,
ofreciendo la oportunidad al niño de visitar el cole, conocer a la maestra y
pasar algunos ratos en la que será su aula acompañado de su padre o su madre. Así
cuando llegue Septiembre el niño ya sabe a donde va y evita pasar el verano
imaginando como será eso a lo que los papas llaman cole ;)
Desde el modelo de prevención lo ideal seria permitir a las criaturas
establecer un vínculo seguro con la persona que le va a cuidar.
Para ello debemos tener en cuenta que La integración de la criatura en
un nuevo espacio requiere tiempo y energía. Los niñ@s necesitan construir
relaciones de confianza y hacer suyo el nuevo espacio. Durante un tiempo será
necesaria la presencia en el aula de uno de los padres o de otra persona de
confianza para el niño
Disfrutando junto a su papá o mamá el niño se siente seguro para
explorar el entorno, los juegos y conociendo poco a poco al profe.
En la
siguiente fase del periodo de adaptación, la familia, está presente pero
separada de la actividad de los niños; el pequeño conoce el camino y bien solo
o bien con la ayuda del educador acude a ella para refugiarse y reasegurarse,…y
volver a separarse y a investigar en el nuevo mundo.
Poco a poco, cuando se va viendo
oportuno, el adulto empieza a irse algún rato, alargando cada vez más el tiempo
de separación si se ve que la aceptación es positiva. Es muy importante durante
esta etapa el vínculo que se establece con el profe como puente entre sus
padres y el mundo social.
Un día por él/ella mismo, y ante la
perplejidad de los padres, el niñ@ les dice que se vaya, que él se queda
solit@… Ha llegado el momento de la adaptación y de la independencia sana.
Después de esto, se puede dar algún
retroceso, volver a pedir que vuelvan los papás; hecho que no deberíamos interpretar negativamente sino como parte de
un proceso positivo en la necesidad de reasegurarse para alcanzar la plena independencia.
¡¡Es simple cambiar las cosas!! ¿Por
qué no lo hacemos? Vale la pena tratar de que nuestros niños hagan un proceso
de adaptación a la escuela como una conquista más en su independencia.
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