Cuántas veces
nos quejamos de que los niños no nos escuchan…

¿Hacemos la
prueba? Imagina que tu hijo te dice las siguientes
frases y piensa en cual sería tu respuesta inmediata
-
¡Es
tonto, ya no quiero ser su amigo!
-
No
puedo hacerlo
-
¿Porqué
siempre le toca a mi hermano?, ahora me toca a mi
-
Mira
mi dibujo
-
Que
mala eres...
Nuestra respuesta suele ser inmediata y mecánica y lo más común es contestarle
tal como nos hubieran contestado a nosotros nuestros padres:
-
Ya
verás como dentro de un rato sois amigos
-
Seguro
que puedes
-
Cada
vez le toca a uno
-
Que
bonito
-
Tu
si que eres malo
Al responder así cortamos la
comunicación ya que son respuestas cerradas, con las que no ayudamos al niño a
entender como se siente, ni a expresar sus emociones.
La escucha activa implicaría colocarnos
como espejo del niño, de modo, que el mismo pueda entender lo que lo ocurre con
mas claridad. Esto requiere reflexión y
pararnos a pensar en lo que esta expresando el niño, en cuál es la emoción que
acompaña a lo que nos esta diciendo, tendremos que atender no sólo a que dice
sino a como lo dice.
Sólo entonces seremos capaces de
ofrecer a la criatura una respuesta abierta, en la que el niño se sienta
comprendido, reconociendo sus emociones y su derecho a expresar como se siente.
Por ejemplo:
-
Parece
que estas muy enfadado con tu amigo
-
Veo
que te parece muy difícil
-
¿Te
parece injusto?
-
¿Estás
contento con tu dibujo?
-
¿Estás
muy enfadado conmigo?
No digo que sea fácil, por que nadie
nos ha enseñado a nosotros a escuchar, pero merece la pena intentarlo ¿no
crees?
No hay comentarios:
Publicar un comentario