El primer año de vida del bebe es el más susceptible de todos, durante está primera etapa de su vida se darán los registros esenciales de afectividad, vínculo y confianza básica del niño.
La necesidad emocional más temprana es el contacto con la madre, no sólo el contacto físico, sino el contacto emocional visto como la capacidad de la madre para empatizar con las necesidades del bebé y relacionarse con él de forma amorosa.
El contacto y la fusión energética entre mamá y bebé es esencial para el desarrollo del vínculo entre la madre y el bebé.
Durante los primeros seis meses el bebé no puede realizar distinción entre el
mundo interno y el externo, el pequeño vive una fase de fusión o simbiosis con
la madre. La diferenciación del bebé con la madre se va dando progresivamente a
partir de los seis meses, cuando el bebé aumenta su capacidad de
exploración visual, táctil y auditiva,
siendo la madre aún su figura central.
La
progresiva individualización del bebé no conlleva una independencia respecto a
la madre, si no al contrario, es durante este periodo donde se observa gracias
a la movilidad que permite el gateo y la posterior bipedestación las mayores reacciones de apego ante la
separación materna.
Los bebés necesitan atención continuada y contacto corporal casi
permanente durante el primer año de vida
El mundo interno del bebé se forma a partir de las experiencias de contacto y placer con la madre, si lo que ha incorporado es bueno, el niño va a vincularse profundamente con ella, desarrollando un apego seguro y confianza.
Durante el primer año de vida, organiza la base afectiva de una persona, y se desarrollan los registros primordiales de confianza básica en el otro y en la propia especie.
Si no atendemos sus necesidad de contacto, el bebé siente que el mundo
ignora su necesidad, su intento de
comunicación con el exterior fracasa produciendo una progresiva auto percepción
de inseguridad básica respecto a si mismo y una profunda desconfianza con
respecto al mundo externo.
Los procesos vitales del niño sufren directamente cuando sus
necesidades emocionales no son satisfechas.
Winnicott defiende que la mujer se prepara durante el embarazo para la tarea de ser madre y está especialmente sensibilizada con las necesidades del bebé, desarrollando una sorprendente identificación con su hijo que le permite encontrarse con las necesidades básicas del recién nacido, por lo que todas las madres estamos biológicamente preparadas para atender la gran demanda de contacto del bebé.
En este
periodo el bebé necesita para
propiciar el vínculo biológico con su madre:
- Contacto físico continuo con la madre desde el nacimiento a nivel físico y emocional.
- Colecho.
- Amamantar a demanda.
- Ser cargado en brazos, hasta que empiece a desplazarse por su propio instinto, entre los seis y ocho meses.
- Responder inmediatamente a las señales del bebé, sin juzgarlo ni obviar sus necesidades.
- Respeto a sus ritmos de alimentación y sueño. (Autorregulación)
Infancia la edad sagrada, Evania Reicher
Lactancia y vínculo, Yolanda Gonzalez